¿Puede la economía circular salvar el mundo? «En el año 2050 necesitaríamos un planeta y medio para poder subsistir»
«La economía circular no atenta contra el libre mercado ni contra la propiedad de los bienes, pero sí pretende ordenar la libertad de empresa para que se tenga en cuenta que hay otros beneficios más allá de lo material». Estas es una de las conclusiones de la conferencia impartida ayer por Fernando Bonete e Iñaki Garay, director y subdirector del Título de Experto en Economía Circular y Desarrollo Sostenible de la Universidad CEU San Pablo y la Escuela de Unidad Editorial (ESUE).
Bonete, profesor de la Facultad de Humanidades y Comunicación, y Garay, director adjunto de Expansión, hablaron desde un punto de vista teórico y práctico de ‘El modelo económico de la agenda 2030’ en el marco del Congreso Mañana, foro sobre innovación social y sostenibilidad que se está celebrando esta semana en Ifema.
Centró el asunto Bonete aclarando el concepto de economía circular, «un término que no es nuevo, que viene de los años cincuenta del siglo anterior«. Para él, la mejor definición es que «se trata de un sistema económico que acaba con el término de fin de vida útil, que elimina el concepto de tirar a la basura».
El profesor del CEU determinó los tres grandes objetivos de la economía circular. En primer lugar, «lograr el desarrollo sostenible, es decir, no gastar recursos a mayor velocidad que la velocidad de regeneración de esos recursos». Además, «crear calidad ambiental, dejar fuera del sistema económico todo proceso de producción que devalúe la calidad del medio ambiente». Y por último, la prosperidad económica: «esto -añadió- puede resultar contradictorio para el empresario que piensa que estos objetivos cuestan dinero, lo que si puede ser cierto a corto plazo, pero a medio y largo plazo la economía circular no sólo desemboca en un decrecimiento, si no en un crecimiento, un crecimiento ordenado. En resumen, la economía circular no está en contra de la prosperidad económica, sino que la fomenta mediante un orden ético a favor de la naturaleza y de las personas». Además, Fernando Bonete hizo hincapié en que «la economía circular no atenta contra el libre mercado, más bien reformula la manera de entender los principios que lo sostienen».
Para Iñaki Garay, los datos del crecimiento exponencial de la población del planeta hacen inevitable plantearse un cambio del sistema económico. «Con la progresión actual, en el año 2050 necesitaríamos un planeta y medio para poder subsistir», vaticinó. Situó en dos acontecimientos ocurridos en los años ochenta -la catástrofe de Chernóbil y el desastre del Exxon Valdez- el inicio de un cambio de tendencia en la visión del mundo empresarial.
Defendió que hay que definir bien qué es la sostenibilidad -«que no valga todo-, y señaló que la pandemia ha acelerado estrategias de desarrollo sostenible que estaban ya lanzadas. «A día de hoy -sostuvo- o se es sostenible o no se es. Las empresas del futuro no se van a diferenciar por los productos, si no por los valores que transmitan a los consumidores».
En este sentido destacó que Europa, «que está perdiendo todas las batallas con respecto a China o EEUU, al menos lidera la de la sostenibilidad». Y lo apoyó en datos irrebatibles, como el de que el 63% de los flujos de inversión verde se realizan en Europa o el hecho de que los anhelados Fondos Europeos para la recuperación se centren en dos ejes, la digitalización y la sostenibilidad.
En cuanto a España afirmó que hay ya 1.500 empresas que se han sumado a los objetivos de desarrollo sostenible, aunque cree que «muchas están dando palos de ciego en esta materia.» A ello añadió el problema de que «en nuestro país el 98% de las empresas son pymes a las que no se les pueden exigir mucho». Por eso reclamó un mayor esfuerzo cultural y de formación para facilitar el cambio hacia la circularidad.
Fuente:https://www.elmundo.es/ciencia-y-salud/medio-ambiente/2021/11/15/618e988021efa0a56c8b4590.html